Para analizar la vocación de los jóvenes de hoy es
fundamental tener en cuenta el contexto. La sociedad argentina
da señales desalentadoras a los jóvenes: "si pueden irse,
háganlo; estudien para conseguir algún trabajo o para poder
irse; el país no puede ofrecerles escuelas, institutos y
universidades bien dotadas, con becas y con docentes
estimulados y estimulantes, por lo que sin duda, que ustedes
estudien no es una prioridad."
Por el contrario, es por este contexto que tenemos
que alentar y valorar la renovada decisión de estudiar de
tantos millones de jóvenes, y hacer que el estudio se conecte
con sus deseos más profundos, que se confirme que no es un
mero medio para conseguir algún trabajo. Debemos reforzar su
decisión y permitirles consolidar su vocación a quienes la
tienen, que son muchos, y desarrollarla a quienes sólo
estudian como necesidad para alguna vez conseguir un trabajo.
Estas dificultades coyunturales se perciben en la tendencia
que prepondera en la elección de carreras. No es fácil sacar
conclusiones de tendencias como la composición de las
inscripciones. Francamente se sabe muy poco sobre los aspectos
subjetivos de esas decisiones. La desindustrialización y la
pérdida de expectativas de una carrera laboral en funciones
técnicas pueden explicar la pérdida de peso de las carreras
"duras". La búsqueda de sentido para este mundo y el peso
creciente de los servicios pueden explicar el aumento de las
carreras de humanidades, ciencias sociales y las artes.
Mi opinión, a la hora de elegir una carrera en este
contexto, es que el joven se incline por lo que le gusta más y
lo haga con la mayor seriedad posible, exigiéndose al máximo.
Que, si puede, antes que pensar en el título final y asociarlo
con un salario o una aparente seguridad de conseguir trabajo,
piense en desarrollar sus capacidades básicas; que mientras
pueda evite especializarse demasiado y busque placer en el
estudio. Que pregunte y exija explicación a sus docentes sobre
las promesas que hacen y las decisiones que toman para
formarlo. De hecho, hace mucho que una alta proporción de
graduados no trabaja estrictamente en lo que eligieron como
profesión, y lo que se va a valorar es su ductilidad para
encarar problemas nuevos, comunicarse, organizar e innovar,
aprender de la propia práctica, ser creativos, todo lo que se
puede aprender en muchos campos.
Es cierto que hoy, la dificultad que se presenta a la hora
de optar por una carrera es mayor que en otros tiempos. Por un
lado, la incertidumbre sobre el futuro de cada carrera,
y por la complejidad para elegir por vocación o afinidad, dada
la predominancia de la preocupación sobre los problemas del
empleo y la sobrevivencia. Por otro, porque los campos
disciplinarios y profesionales están cambiando
vertiginosamente, y la respuesta del sistema educativo
mercantilizado es a veces inventar nuevas carreras combinando
contenidos, inventar títulos como quien bautiza un auto con un
nombre vendedor. Se ha multiplicado el número de opciones
aparentes. Es entonces comprensible la dificultad para
decidir. En la Universidad de General Sarmiento hemos diseñado
un sistema que consta de un primer ciclo (que puede cursarse
en varias menciones: Humanas, Sociales, Administración,
Sociales o Exactas) de dos años y medio, seguido de un segundo
ciclo de dos años (Profesorados en Matemáticas, Física,
Filosofía, Historia o Economía) o dos y medio (Licenciaturas
en Ecología Urbana, Política Social, Comunicación, Educación,
Administración Pública, Urbanismo, Economía Industrial o
Ingeniería Industrial). Lo interesante es que los alumnos que
entran por una mención, cuando han completado su primer ciclo,
pueden optar por dos o más segundos ciclos, con lo que
tuvieron tiempo para definir mejor su vocación sin tener que
definirla desde el inicio. Tenemos además un servicio de apoyo
vocacional al que pueden acudir en grupos o individualmente.
Creo, por último, que la elección de una carrera no debe
ser vista sólo como una cuestión individual. Un país que
obliga a sus jóvenes a enfrentar el dilema "la salida laboral
o la realización personal" como una opción de hierro debe ser
cambiado. Si los trabajos son una violación del derecho a la
realización de las personas, algo muy profundo anda mal. En
cualquier caso, como sugería antes, creo que la realización
personal no es un camino alternativo, sino una condición para
ser un buen profesional o un buen artista. |